Nace Artesia, un espacio para dignificar y visibilizar oficios ancestrales

       

Artesia trabaja directamente con artesanos de comunidades como los Sikuani y Guambianos en Colombia, y los Wayuu, Wounaan, Uros y Quechuas en otros países de Sudamérica

La colombiana Gina Vargas de Roemmers, diseñadora de alta costura y filántropa, anuncia la apertura de Artesia, su primer espacio físico en Uruguay: una flagship store dedicada a la curaduría de arte y artesanía latinoamericana que visibiliza y protege oficios ancestrales en riesgo de desaparecer. El lanzamiento se realizó el 1 de octubre en Montevideo, Uruguay.

La casa, de más de 500 metros cuadrados, será una vidriera para exponer y vender objetos de unos 60 artesanos del continente, que fueron contactados a través de los diversos viajes que Vargas realizó por Latinoamérica. El espacio, está abierto al público desde el 1 de octubre, ofrece en el primer piso un área donde se encuentran piezas de Perú, Bolivia, Colombia, Argentina y Uruguay. En el segundo se instaló un salón audiovisual donde invitará a emprendedores y artistas. 

En esta primera etapa la inversión rondará los US$ 500.000 y se estima llegar a un millón de dólares en total en los próximos años. El valor de las piezas varía según su origen y complejidad. Se podrán encontrar creaciones con precios superiores a los US$ 7.000 realizados por artistas locales e internacionales invitados para estar presentes en cada temporada. Asimismo, habrá obras ancestrales de alto valor cultural, con un costo de entre US$ 500 y US$ 3500.

Con Artesia, Vargas de Roemmers traslada a un escenario tangible lo que ha sido su misión personal: rescatar, preservar y dignificar el trabajo de comunidades indígenas y artesanos de Colombia y de toda América Latina. “Artesia nace de mi amor por lo hecho a mano, por el trabajo social y por el respeto a las comunidades en estado de vulnerabilidad. Cada pieza es más que un objeto: es memoria viva, identidad y futuro”, afirma.

Un legado que viaja de generación en generación. Inspirada en su abuela costurera, una líder comunitaria que transmitió valores de trabajo social y respeto por el oficio, Gina ha recorrido territorios como Colombia, Perú, Argentina y Uruguay para conectar directamente con artesanos de las comunidades Sikuani, Guambianos, Wayuu, Wounaan, Uros, Aymaras y Quechuas. Su método es claro: llegar al territorio, conocer a los creadores y garantizar que su labor sea reconocida y valorada de forma justa.

“Este proyecto nace de mi amor por lo hecho a mano y del respeto por las comunidades que sostienen este legado”, afirma Vargas de Roemmers, quien desde su infancia en Colombia y a entorno familiar marcado por el trabajo social, ha estado vinculada con el arte, la filantropía y la alta costura. “Hay piezas que podrían ser las últimas de su clase. Las matronas tejedoras luchan por transmitir su legado, pero la migración y las necesidades actuales amenazan estas técnicas milenarias. Artesia nace para que no se pierdan”.

Más que una tienda es una experiencia cultural. La flagship store en Carrasco, Montevideo, reunirá obras y piezas artesanales junto a experiencias sensoriales como un blend especial de café colombiano diseñado exclusivamente para Artesia. “Para mí el café también es artesanía: sembrar, cosechar y tostar es un arte que heredé de mi familia cafetera. Quise que Artesia tuviera ese aroma de hogar y cultura”, comenta Vargas.

Artesia funcionará además como espacio de mentoría para que comunidades indígenas puedan acceder a mercados latinoamericanos, y será plataforma para colaboraciones entre diseñadores y artesanos. Cada colección, como la reciente serie de vestidos tejidos a crochet por mujeres de Misiones, Argentina, busca generar ingresos adicionales y contar historias únicas.

Su visión es crecer en toda América Latina y llevar su propuesta también a Colombia, su país natal. “Siempre llevo la bandera de mi país en la mano. Quiero que el mundo admire la riqueza cultural de Colombia y que los colombianos conozcan también la diversidad del continente”, afirma.

Además de su labor como diseñadora especializada en alta costura, Gina Vargas es madrina de la Fundación Hematológica Sarmiento en Buenos Aires, mecenas de artistas latinoamericanos y socia fundadora del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) en Punta del Este. Su trayectoria filantrópica y cultural le permite tender lazos entre instituciones de diferentes países para promover intercambios artísticos y proyectos colaborativos.

En línea con su compromiso con la cultura colombiana, participó como invitada y benefactora en la Gala del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), evento que reúne a líderes del arte y la filantropía. Con su experiencia internacional, Gina busca servir como puente entre el MAMBO y otras instituciones del Cono Sur para fortalecer la circulación del arte latinoamericano.

Finalmente, Artesia reafirma que preservar las técnicas ancestrales no es solo un acto cultural, sino también una forma de desarrollo social y de construcción de identidad para el continente.

Acerca de Gina Vargas de Roemmers:

Diseñadora de indumentaria especializada en alta costura, madrina de la Fundación Hematológica Sarmiento en Buenos Aires, mecenas de artistas latinoamericanos y cofundadora del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) en Punta del Este. Ha dedicado su trayectoria a la acción social, la filantropía y la promoción cultural. Con Artesia, consolida un proyecto que une su sensibilidad artística y su compromiso social.

La empresaria está casada con Alberto Roemmers, quién está al frente de una empresa con 102 años de historia. Con él comparte la pasión por los negocios y el gusto por emprender. El próximo objetivo es dejar huella, generar a través de Artesia una propuesta que busca ser algo más que comercial: busca ser una experiencia que aporte al patrimonio cultural y a preservar oficios, conocimientos y técnicas de una posible extinción.

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